Cuando Madeline Hart llegó a la desvencijada propiedad de sus abuelos, en Luisiana, después de que su vida se quebrase en mil pedazos, toda la casa se le manifestaba; aquellos escalones, el goteo incesante del grifo de latón de la antigua bañera, las vigas del desván que parecían retorcerse al llegar la noche. Aquella casa estaba agotada, sola y quejumbrosa, como ella. Y tenía algo que decir, pero al principio no estaba dispuesta a escucharlo, hasta que descubrió el poder que ejercía en las personas que pasaban la noche bajo su techo. Cuatro meses después abría las puertas de la nueva casa de huéspedes, “Noches vacías”. Pero si pensaba que las cosas a partir de ese momento iban a ser sencillas, estaba muy equivocada. Allí todo el que se alojaba iba perseguido por sus demonios, fantasmas que quedaban apartados al menos durante la noche, pero que al alba volvían a despertar. Una casa que guarda un misterio, siete huéspedes y sus terribles secretos, un conjuro, magia, dos...