Serie: Trilogía de la invocación 02
Editorial: NED
Género: Romance, paranormal.
Páginas: 250
Fecha de publicación: 10/10/13
Portada: NED
DEDICATORIA
A mi Dios, me he
alejado un poco de ti, pero sabes que no he cambiado y que te tengo sobre todas
las cosas, en mi corazón tú eres al único a quien yo adoro.
A mi madre, por
apoyarme cada vez un poco más en este proyecto de vida. Te amo mami.
A mi vida que
corre y alegra la casa… María Gloria.
AGRADECIMIENTOS
A todos mis
lectores por todo ese apoyo incondicional, por esas energías que me trasmiten
luego de leer uno de mis libros, me hacen muy feliz. Todo esto mis “Chicos (a)”
los hago por ustedes, para llevarlos a otros mundos, para sacarlos de esta
realidad.
SINOPSIS
El pasado de Sofía
será removido, al tener enfrente al hombre que la enamoró hace años. No
obstante tendrá que aceptar que nada en la vida es lo que parece, ella se verá
envuelta en el lugar que menos espera, se dará cuenta que el destino que le
preparó su adorada Alondra, no será el más indicado, ya que la bruja la unió a
uno de los seres que más detesta y a los que más recelo les tiene… un ángel.
CAPÍTULO 1
—Sofía tiene
cuatro semanas sin despertar.
—Ella no tiene
ninguna condición anormal, ni está enferma, no debería estar así, debió
despertar de una vez.
—Su cambio no es
superado fácilmente en los humanos, además ¿cuántos siglos han pasado desde la
última vez que ocurrió algo como esto?
—Déjame recordar…
mmm… creo que dos siglos si mal no recuerdo, eso lo leí en los libros de
Historia.
—Pero ¿desde cuándo
una transformación como esta le ocurre a dos humanas a la vez?
—Eso sí que no lo
recuerdo, no soy tan vieja y tampoco he estudiado tanto, además tampoco es que
tengo muy buena memoria.
—Qué alegría me dio darme cuenta de que
Sofía es de corazón bueno.
—No te engañes, sabes que no lo tiene
totalmente bueno, su corazón está dividido en dos partes buena y mala… es solo
que la buena predomina en la mala.
—¡Tienes razón!
—¿Cuándo te harán
el juicio?
—Solo estoy
esperando a que me llamen, pero ya estoy preparado.
—¿No tienes miedo
de que te destierren, o de que te hagan caer a ti y a esa mujer?
—No, la verdad no
tengo miedo, siempre y cuando me dejen caer con ella.
—¿Te gusta? ¿La
quieres?
—Desde que la vi,
parece que siempre hubiese sido para mí.
—¡Pero es que ella
no es pura! Sabes que si intimas sexualmente con alguien que no es puro, podrás
convertirte en un ser dependiente de ella y eso podría cambiar la naturaleza de
tu corazón.
—No creo que eso
pase, ella fue primero humana. Puede que le hayan dado otra oportunidad y sea
pura como nosotros.
—No lo creo…
además acéptalo, ella igual está corrompida.
—No me importa
nada… me arriesgaré.
—Pero es que ella
aborrece a los que son como nosotros.
—Elizabeth ¡por
nuestro Dios! Ya lo sé, no me recuerdes eso.
—Emmanuel…
sufrirás… he sido tu amiga desde que llegue aquí, es mi deber decírtelo… te amo,
sabes que sí, entiende que no deseo que sufras.
—El amor no es
verdadero amor sin sufrimiento.
—Tienes razón pero
sé que por ella sufrirás demasiado, ¿acaso no viste cómo era?, ¿no te diste
cuenta de cómo se comportaba con los hombres y con sus propias amigas?
—Sí Elizabeth, sí
lo vi… sé todo eso, ella solo es diferente, puedo entenderla, además viste su
corazón es bueno, y eso dice más que todas sus cosas mal hechas en su vida como
humana.
—Sí claro,
condición que ella no acepta, Sofía disfruta ser como es.
—Lo importante de
todo esto, es que lo tiene Elizabeth... ¿O no?
—Sí, tienes razón.
—Por cierto
Elizabeth, ¿cómo está tu hermano Lonhard? ¿Lo has visto? ¿Sabes algo de él?
—No, no lo he
visto, sabes que desde que dejé de ser su guardiana, no lo he podido ver.
Escuché que está muy tranquilo y bastante feliz. Además me enteré de que su
mujer, Angineé, quiere formalizar todo y casarse ante las leyes de Dios.
—¿Quién lo casará?
Sabes que cuando un ángel guardián, u otro ángel se unen en matrimonio debe
bajar un juez de los cielos y casarlos.
—Eso sí que no lo
sé Emmanuel, aún ni se sabe la fecha, pero Angi quiere hacerlo a su manera, así
que todo eso está en veremos, hay que esperar a que ellos concreten.
—Cierto, vamos acompáñame
a ver cómo está Sofía.
—Mejor ve tú,
Emmanuel, yo veré si me entero de algo sobre tu juicio.
—Está bien
Elizabeth, te lo agradezco. En cuanto sepas algo por favor me buscas y me
mantienes al tanto.
CAPÍTULO
2 (SOFÍA)
¿Dónde estoy? —pensé.
Empecé a mirar a
los lados, con los ojos entrecerrados, sentía como si hubiese dormido por
meses, el cuerpo estaba entumecido, todo lo veía completamente blanco… y el
olor… mmm… sí, olía muy rico.
—¿Dónde coño estoy
acostada? —musité, palpando a mi alrededor.
Las sábanas eran
realmente suaves, como plumas. Qué rico era dormir boca abajo. Me tenía
atontada el divino olor, no lo podía identificar, pero estaba ligado a una
fuerte sensación de paz… ¡Ay no!...
¡No!... ¡P-u-e-d-e… s-e-r!
Me levanté de
golpe, para caerme de culo sin remedio.
¡Oh por D-i-o-s!... no… no… no… esto tiene que ser
una pesadilla.
Intenté
levantarme y volví a caerme. Pero algo detrás llamó mi atención. ¿¡Qué mierda!?
¿Dos alas pegadas a mí? ¡No podía ser!
Despiértate Sofía, vamos bella durmiente es hora de
despertarse… ay no… no es un sueño… esto es de verdad… es la realidad.
—¿¡Qué ocurre, qué
es todo esto!? ¡Una broma! —Dije en voz alta, ya sé cómo es que me despertaré —pensé.
Acerqué mi mano hacia
una de las alas y se me ocurrió la maravillosa idea de arrancarme una de esas
espantosas plumas.
El desgraciado
dolor me llegó hasta la punta de los dedos de los pies, terminé gritando sin
remedio. ¡Qué coño! Definitivamente esto no era un sueño, era la cruel realidad
—pensé
asombrada.
—¿Qué, acaso morí?
Y para colmo llegué a los cielos. Qué de cojones tiene esta gente de dejarme
entrar aquí ¿Acaso no solo entran los puros y castos? ¡Já! ¿Yo una pura y
casta? Ni en mi peores pesadillas.
Piensa Sofí, piensa.
No recuerdo mucho
de mi trágica y dolorosa muerte. ¡Ay qué mierda! Ni siquiera recuerdo haber
sentido dolor, claro en caso de que sí sea verdad de que fallecí.
Qué una lástima,
si todas mis divagaciones son ciertas el mundo ha perdido a este hermoso
caramelito tropical. —Solté una carcajada ante ese estúpido pensamiento
ególatra.
Me esforcé un
poco e intenté a recordar.
Las imágenes en
mi memoria eran borrosas pero lo único que podía ver era que estaba con
Angineé. Luego de ahí nada, todo estaba en blanco.
Miré a los lados
un poco más tranquila y observé que todo a mí alrededor en realidad era todo blanco,
no era un efecto de mi vista post mortem. Las paredes, el piso, todo.
¡Ay pero que
falta de originalidad! hasta el techo es blanco. Jamás había visto tanto blanco
en un solo sitio.
Me observé y ¡já!
Tenía un atuendo de túnica de sacerdote ¡también blanca! ¡Qué horror!... tanta
pureza no me agradaba.
De repente caí en
cuenta de que lo más seguro es que no estuviera sola en este lugar.
¿Y si el ángel que se llevó a mi madre está aquí? Por
Dios espero jamás toparme con él —pensé aterrada,
sintiendo cómo se me aceleraba el corazón—, Sofía
no pienses en eso… tranquilízate.
Mis divagaciones
fueron interrumpidas cuando escuché unos pasos, que se oían cada vez más cerca.
En cuanto el sonido se detuvo vi claramente cómo la puerta empezó a abrirse. Aunque
si soy sincera jamás pensé que eso fuera una puerta, era bastante difícil distinguir
algo entre tanto blanco.
El que abrió la
puerta era un ángel que me pareció muy conocido… ¡Sí ya recuerdo! Es el ángel
que… que… ay qué mierda no lo recordaba bien, solo veía imágenes… de él… con Angi —pensé intentando
organizar mis pensamientos.
—Hola mi Sofía —me dijo el ángel.
Al escuchar su
voz recordé lo que había pasado y brinqué del susto. A mi cabeza llegó la
imagen de Angi toda llena de sangre y él parado frente a mí.
Oh mierda este es
el desgraciado ángel que maltrató a mi mejor amiga. Me las pagará —pensé.
—¡T-ú!... eres igual que
todos tus amigos angelucho de pacotilla. Sí, igual a los demás, como el que se
llevó a mi madre… ¡Te mataré!… ¿Cómo te atreviste a maltratar a mi mejor amiga?
El ángel me miró
con cara de asombro, dos segundos después rompió su silencio diciéndome:
—¡No!… mi Sofía,
tengo que aclararte que estás equivocada, yo solo ayudé a que se salvara. Fue
una demonio quien la lastimó —al escuchar eso las imágenes llegaron una detrás de
la otra y comprendí que lo que me decía era cierto. Tomé aire y con cara de “no
me retractaré de lo que dije” y peor aun cambiándole la conversación le dije:
—¿Mí Sofía? el Mí —aquí hice unas
comillas con mis manos— ¡está de más! además ¿Qué haces tú aquí? Oh no
mejor dicho dime tú… ¿Qué coño hago yo aquí? —eso se lo dije
mientras intentaba levantarme pero las alas se movían a su voluntad y apenas
podía con su peso.
—No camines, te lastimarás.
—¡Ay cállate! Sé caminar,
no soy una bebé —le reproché.
El ángel solo sonrió,
bajando y subiendo sus hombros. Claramente no le dio importancia a mis ácidas
palabras.
Me levanté, con
ayuda de la pared y miré hacia el ángel. Él tenía los brazos cruzados sobre su
pecho y me observaba intentando no reírse. Yo puse mis ojos en blanco y procuré
caminar.
Pero fue inútil,
mis alas se movían y en unos de esos inútiles pasos perdí el equilibrio cayendo
al piso dándome muy duro en el trasero.
Estas jodidas alas pesan demasiado. —Pensé indignada,
al darme cuenta que no sería muy fácil caminar.
El ángel soltaba
pequeñas carcajadas cada vez que yo caía. Terca, siempre lo había sido. Así que
tendría material para reírse por un largo rato. Intenté varias veces caminar sin
lograr ningún avance. Así estuve por varios minutos hasta que terminé
desistiendo, resignada por la situación lo miré diciéndole:
—¿Me ayudas? —y solté una de esas
sonrisas mías infalibles, que hacen que cualquier hombre se embobe.
—Sí os dejáis yo
te ayudaré con todo gusto. —Respondió con cara sonriente. Claramente se estaba
burlando de mí.
—Ya te dije que me
ayudaras… ¿O qué? ¡Eres sordo!
El ángel soltó
una carcajada, mirándome fijamente a los ojos. Decidí mantenerle la osada
mirada, no permitiría que sintiera que con eso podría intimidarme. Segundos
después terminó diciéndome en tono serio:
—Siempre me gustó
tu rebeldía, es divina y me incita a tener ganas de acercarme a ti.
—¡Ay, páralo ahí,
angelucho! No coquetees conmigo, no lo soportan mis oídos.
—Solo es mi verdad
—contestó
frunciendo el ceño—, ¿Qué, acaso crees que a los ángeles no les llama la atención una
mujer como tú? —terminó diciéndome.
—No es mi asunto,
con los ángeles… ¡Paso!... no son mi tipo.
—Sofía, baja ese
escudo que tienes conmigo, te prometo que no te hare daño, solo quiero
ayudarte.
—¿Qué tienen las
humanas como yo? O mejor dicho ¿Qué quieren las mujeres como yo? —cuando solté las
preguntas fruncí el entrecejo, la verdad no estaba interesada en saber la
respuesta y mucho menos si venía de un ángel.
—Las mujeres como tú
solo quieren amor, lealtad y fidelidad. Eso es lo que quieren, por eso eres
como eres, entre más odiosa, pedante y arrogante seas, más de esas cosas tu ser
te pide, está claro que no todas se dan cuenta o lo aceptan, pero la gran
mayoría le piden eso a nuestro Dios, por mucho que las mujeres como tú
renieguen de eso, esa es la realidad… una gran verdad.
Cuando escuché
eso, sentí rabia, pero tenía que aceptar que lo que decía era cierto.
—¡Ay, por favor!
Angelucho, que psicología tan barata me has vendido, las cosas no son así, soy
autosuficiente y no necesito de ningún hombre y menos de uno como ustedes para
ser feliz o para sentir amor por alguien.
—Error Sofía…
querrás decir, de un ser como nosotros —aquí el Ángel
apuntó hacia mis alas como enfatizando para que no me quedara duda de en lo que
evidentemente me había convertido. Un Ángel, las alas estaban súper bien
pegadas a mi estúpida espalda, quise tener el poder para arrancármelas.
—Hablando de eso turrón de azúcar… ¿Por qué soy el ser
que más desprecio?... ¿Por qué me convertí en un Ángel? —le pregunté en
tono iracundo y burlón.
—Porque eres de
buen corazón, Sofía —el Ángel parecía feliz por eso. Me miró de nuevo a
los ojos, haciendo que detallara su hermoso color de ojos, eran de un azul profundo.
Por Dios ¿acaso ese color tan azul existe?
—Mmm… ¿Verdad? ¿Y
cómo se supone que uno se convierte en un ángel? Porque si así fuera hay seres
humanos mejores que yo y a ninguno les he visto unas alas como estas —señalé mi espalda—, pegadas a su
espalda.
Aquí el angelucho
miró hacia el suelo y sin levantar la mirada me respondió:
—Tienes esas alas porque
moriste
Sofía.
—¿Cómo?... No
puede ser, si lo último que recuerdo es que estaba con Angi, tú también estabas
ahí, claro eso es lo que puedo recordar. Tampoco estoy muy segura, son solo
imágenes lo que me viene a la cabeza… la demonio también estaba… ¡ay, qué
mierda! ¿Esa puta enamorada sola me asesinó?
El ángel no
respondió esa pregunta, se enfocó en otro punto.
—El que no
recuerdes bien se entiende, porque pocos recuerdan el hecho que les dio muerte,
es más… muchos vagan por el mundo sin saber con certeza que murieron.
—¿Qué mierda me estás
diciendo? ¿Qué soy un estúpido ángel? Ah no… Ya va… ¿Estoy en el cielo? ¡Qué
súper! ¿Quién coño hace las reglas? ¿A quién se le ocurrió traer una persona
como yo al cielo? Yo juraba que tenía el infierno ganado ¿P-o-r q-u-é?
¡Maldición! —grité indignada.
Cuando dije esa
palabra caí revolcándome del dolor, como si mis entrañas ardieran con fuego… grité…
grité… y grité, y el dolor no se calmaba. La sensación horrible fue tan fuerte
que terminé perdiendo el conocimiento.
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