Mis ex-novias suelen decir que soy un problema. Un problema muy grande.
Y es verdad. Soy j*didamente atractivo, odiosamente inteligente, asquerosamente rico y tengo una poll* enorme.
Sí, lo sé, también soy un g*lipollas integral. ¿Y? Desde un yate, pudiendo rallar queso con los abdominales y siendo el alma de la fiesta - porque acabo de ganar otro millón en la bolsa - ser o no un absoluto cretino… no te voy a engañar, me trae sin cuidado.
Pero, eh, podría ser peor. Cada año dono siete cifras a organizaciones benéficas, contribuyo con obras sociales y me comporto como el millonario ideal. De esos que ayudan al mundo. Y me lo creo. Soy un filántropo, un buen tío, con un único problema acorde a las revistas de prensa rosa.
De hecho, mi hermano acaba de llamarme. Vamos a absorber no-sé-qué empresa de la competencia — primera noticia que tengo — y hay que evitar que los señores de traje y corbata se pongan nerviosos. Eso significa dejar de quedar como un libidinoso sibarita en la prensa, lo cual significa que no debería tener a una pelirroja — ni a una rubia — durmiendo en mi cama.
Después de que aquello saliese en la prensa, la única forma que se me ocurre de calmar a señores de 70 años y sus accionistas es ofrecer un perfil conservador, formal y comprometido. Y eso implica mostrarme comprometido en todos los aspectos, al menos según mi hermano y mi madre.
Toca sacrificarse por la familia, y ahí es donde mi querida amiga Verónica entra en juego. Ella y la alianza familiar, un anillo tan gordo como mi… ego. Su “ex-novio”, una estrella de rock con la imagen pública esnifada por la coca, ha dejado a mi amiga Verónica en una posición bastante vulnerable… para ser modelo de pasarela. Así que ambos ganamos si le pido que sea mi prometida por una semana. Solo teníamos que “cortar” luego haciéndola quedar bien ante la prensa.
Ahora me veo besándola en público por primera vez, y después de rozar sus labios tengo claro que no voy a detenerme ahí. He estado con modelos antes, pero nadie que me hiciese sentir tan vivo como Verónica. ¿Acaso vamos a desaprovechar semejante ocasión? Si nos ha tocado el premio gordo…
Advertencia: Una comedia romántica y erótica con contenido explícito, un sentido común retorcido y muy poco respeto por lo “socialmente aceptado”.
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