Me llamo Lisbeth y soy lo que comúnmente se conoce como un imán para la mala suerte. Catalogada como la eterna soltera (no, no soy Jennifer Aniston), vivo el día a día sin más pretensiones que encontrar un trabajo con el que vivir y sobrevivir.
Y sin comerlo ni beberlo, un día, gracias a las buenas obras de una vecina traviesa (véase la ironía), acabo en la revista más prestigiosa de Francia con un jefe de toma pan y moja.
El problema es, ¿cómo sobrevivir si no entiendes ni papa de francés?
Bienvenid@ a las peripecias de una solterona gafe. Atrévete a soltar carcajadas por doquier sin pudor, porque si no, ¿qué gracia tiene la vida?
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