La alocada, divertida, (un poco loca, quizá) Lizzy O´Conner tiene un sueño: publicar un libro bajo el sello de Ediciones Brooks, que, a su juicio wisconsiniano, es la mejor editorial de la ciudad.
Tristemente, los sueños de la señorita O´Conner se convierten en cenizas el día en el que recibe una carta poco halagadora de parte de Derek Brooks, editor cascarrabias y niño de papá, que no tiene nada mejor que hacer que definir su trabajo como “una mierda”, hundiendo así sus pobres esperanzas pueblerinas.
Asaltada por la furia y la sed de venganza, Elisabeth convierte al encantador señor Brooks en su peor enemigo, y no pasa un día sin que ella le recuerde en sus plegarias más fervientes:
Ojalá se le caigan las muelas. Ojalá le peguen la sífilis.
Un sinfín de deseos susurrados en la quietud de la noche. Montones de llamadas a pitonisas y adivinas. Velas negras quemadas del revés durante siete viernes seguidos.
Resultados: CERO. El Universo se mantiene sordo a sus plegarias.
Y así trascurre un año.
Ahora, Lizzy ha encaminado su vida. Acaba de conseguir un nuevo trabajo. Las cosas parecen irle bien.
Hasta que llega a la oficina y descubre que su jefe no es otro sino el infame, el abominable, el… ¡¿condenadamente apuesto?! ¡¡¡DEREK BROOKS!!! Oh, querida...
Tristemente, los sueños de la señorita O´Conner se convierten en cenizas el día en el que recibe una carta poco halagadora de parte de Derek Brooks, editor cascarrabias y niño de papá, que no tiene nada mejor que hacer que definir su trabajo como “una mierda”, hundiendo así sus pobres esperanzas pueblerinas.
Asaltada por la furia y la sed de venganza, Elisabeth convierte al encantador señor Brooks en su peor enemigo, y no pasa un día sin que ella le recuerde en sus plegarias más fervientes:
Ojalá se le caigan las muelas. Ojalá le peguen la sífilis.
Un sinfín de deseos susurrados en la quietud de la noche. Montones de llamadas a pitonisas y adivinas. Velas negras quemadas del revés durante siete viernes seguidos.
Resultados: CERO. El Universo se mantiene sordo a sus plegarias.
Y así trascurre un año.
Ahora, Lizzy ha encaminado su vida. Acaba de conseguir un nuevo trabajo. Las cosas parecen irle bien.
Hasta que llega a la oficina y descubre que su jefe no es otro sino el infame, el abominable, el… ¡¿condenadamente apuesto?! ¡¡¡DEREK BROOKS!!! Oh, querida...
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