Alguien sintetizaría esta novela corta o relato largo, depende de cómo se mire, de una forma tan sencilla como: Vivir pendiente del veredicto de una báscula. Es la idea tenaz que la escritora nos trasmite a lo largo de sus cincuenta y nueve páginas, pero con ello nos hace ver el calvario que vive esta mujer para conseguir recuperar su figura tras dar a luz a su primer hijo. Se obsesionará con su talla por el simple afán de complacer a su esposo, Demir, que desea llevar colgado del brazo a una esposa que todo hombre envidie. Por lo tanto detrás de esa primera idea tenemos otra. «Estás gorda» es el mensaje que le llega en cada comparación, reproche o en forma de regalo. Nuestra protagonista no tiene un problema de sobrepeso, ni está disgustada con su cuerpo, frente al espejo se ve una mujer con bonitas curvas. Existe la falsa creencia que solo duele la agresión física, pero hay expertos en dañar sin levantar una mano, aquellos que diariamente con sus comentarios minan la autoestima de las personas, porque «No hace daño el que quiere, sino el que puede». Demir tiene todo el poder que le da el amor de su esposa, que confía en él. Él actúa poseído por la verdad, la suya, los demás viven equivocados. Ella asumirá su papel de mujer obesa, emprenderá una rutina que llevará hasta el límite, poniendo en riesgo su propia vida por complacer a alguien que olvidó que «El amor es la condición en que la felicidad de otra persona es esencial para la tuya propia». Robert A. Heinlein.
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