Después de la Séptima Guerra Mundial, la humanidad ha dejado su destino en manos de los ordenadores, de la tecnología, de las redes sociales informatizadas, cuyos avatares han tomado el control por el bien del mundo y de la paz, con el beneplácito de la gente, con su más absoluta entrega y bendición.
Ronald, que se ha rebelado contra el sistema porque algo en sí le hacía dudar del status quo, ha sido condenado a vivir en un planeta lejano, un planeta al que llaman oficialmente Tierra 2, por su semejanza con la Tierra, o Planeta Prisión, por lo que es en realidad. En ese exilio le acompaña su familia, que no entiende lo que pasa. En ese nuevo planeta son manipulados, se les inserta un nanochip, que los controla a todos. Misteriosamente, Ronald no recibe el chip, y a partir de ese momento no hará más que hacerse preguntas, que comportarse de manera extraña.
Planeta Prisión es una novela corta, pero intensa, que te hará pensar, que te hará sumergirte dentro de ti, de una manera tan descarnada como dolorosa. Es una novela incómoda, pero necesaria; entretenida, pero a la par profunda.
Sirva como prólogo o epitafio a esta obra, este extracto de Michael Ende:
«Olvidan el pasado y el futuro, olvidan las preguntas y los deseos. Oh, sí, están tranquilos y contentos con lo que tienen, pues carecen de memoria y de la posibilidad de comparar. Sólo poseen el momento. Los esclavos que no conocen más que la esclavitud son esclavos dóciles. Los prisioneros que únicamente conocen la existencia de la cárcel no sufren por su falta de libertad».
Las Catacumbas de Misraim.
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