Una serie de violentos y extraños homicidios se han perpetrado en varios hoteles de la ciudad. Dichas muertes presentan un rasgo anómalo, que no radica precisamente en su frecuencia ni en sus innegables motivaciones sexuales, sino en un insólito carácter. Ello porque tales crímenes encajarían bien bajo la tipificación de “crimen de género”, en el sentido de que el conjunto de las víctimas pertenecía a una misma condición: hombres, brutalmente liquidados por acción y premeditación de una sola fémina. Tratase de una respetable dama, que en la escala social podía ostentar un rango privilegiado –envidiable quizá para muchos– pero que en su vida personal requería un sinfín de extintores para sobrellevar un permanente infierno. Si bien con los sujetos ultimados quedó evidenciada una inusitada ferocidad, la planificación de los furtivos encuentros eróticos (marco de los luctuosos sucesos) fue calibrada siguiendo una eficaz estrategia, que previó además la eliminación de todo posi...
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